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El Diario de Granada

Granada, entre Narcisos y Penélopes

Tiempo de lectura: 3 minutos

José Antonio Funes

La Alhambra de Granada.

Los mitos trascienden el período en el que nacen y su eco es actual, no importa el momento en que se analicen. Se convierten en clásicos porque se mantienen en el tiempo con una frescura provocadora. Ser clásico es una manera de ser moderno. Puestos a encontrar referentes mitológicos, capaces de hacer el mejor retrato de nuestra ciudad y de quienes la vivimos, quizá nada encaje tan bien como la pareja Narciso-Penélope. El primero es un personaje extraordinariamente hermoso, ensimismado hasta el extremo de perder la vida. La analogía con Granada es fácil porque nuestra ciudad languidece recreada en su belleza. Son tantos los motivos de orgullo que no parece necesario preocuparse por proyectar mejoras. Embriagados por una estética desbordada somos incapaces de detectar las arrugas incipientes que se van abriendo paso y corremos el riesgo cierto de ser superados por otras localidades, que han puesto más esmero en cuidarse, pese a que la naturaleza no fue tan generosa con ellas. Algunas ciudades pueden
presumir de un elenco patrimonial y cultural similar a Granada; pocas se sitúan en un contexto natural tan sugerente, hermanando nieve con mar, y menos aún constituyen un microcosmos plagado de diversidad y riqueza difíciles de igualar.

Con todo ello Granada encabeza listados que nos avergüenzan, aunque los granadinos, atrapados con frecuencia en
el reflejo de aguas chauvinistas, vamos despertando. Estamos convencidos de que algo hay que hacer y que esta ciudad no puede conformarse, porque eso supone el principio de la parálisis; entonces se muestra la segunda parte que nos define: la incapacidad para fijar un objetivo común y trabajar unidos por lograrlo. Nuestra Penélope diurna teje acuerdos, busca consensos, reúne, idea, proyecta, sueña… Nuestra Penélope nocturna rompe, discrepa, anula y duerme deseando que su héroe, en forma de acción foránea, consiga aquello que no se impulsa desde dentro.

En nuestra faceta constructiva hemos pensado con buen criterio que Granada debe optar a la capitalidad cultural de Europa en 2031. Es una ambición noble, posible y justa porque esta ciudad reúne condiciones más que sobradas para ser reconocida como tal: Cuenta con una prestigiosa universidad muy implicada en la dinámica colectiva, que cumple en 2031 cinco siglos; es un lugar clave en el encuentro con un nuevo mundo y reposo de los Reyes Católicos; una ciudad icónica del flamenco donde se organizó hace cien años el primer festival organizado por Falla y Lorca; ofrece
una monumentalidad lujuriosa en la que destaca el intrincado Albaicín y el milagro de la Alhambra, convertidos en patrimonios de la humanidad; capital musical, que celebra anualmente el festival internacional de música y danza más antiguo del país desplegado por escenarios únicos; inagotable manantial de literatura tejida entre versos y un etcétera casi infinito.

La Granada del escolástico Padre Suárez, del arquitecto, escultor y pintor Alonso Cano, del genial Federico, símbolo de la Generación del 27, de Eugenia de Montijo que llegó a ser emperatriz de Francia, del ingeniero aeroespacial Emilio Herrera, de Morente y su cante eterno, de la frágil palabra de Martín Vivaldi, del ensayista Ayala, del poeta que aún nos emociona, Rafael Guillén…Dejamos fuera a tantos que han quedado perplejos ante esta ciudad, deseando retener en sus pupilas imágenes que sólo el paso del tiempo podría difuminar: artistas, cineastas, deportistas, científicos, estadistas… La Granada de ayer, de hoy, de siempre, es una filigrana histórica que enamora al mundo, digna de
representar al Viejo Continente porque forma parte de su esencia más profunda.

Razones hay, pero si pretendemos conquistar el nombramiento de Ciudad Europea de la Cultura en 2031 es
necesario elaborar decididamente un cronograma bien definido y sujeto a evaluación periódica. Porque sólo con ideas y buenos propósitos no lograremos convencer más que a quienes estamos convencidos y nuestra “Ítaca” del sur seguiría esperando la llegada de Ulises, mientras éste flirtea por el camino.

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