Manuel Martín, portavoz de Vox en Salobreña, repasa un capítulo muy poco conocido de la conquista del último dominio musulmán de la península ibérica

Manuel Martín Montero / Portavoz de Vox en Salobreña
Tal día como hoy del año 1492, los ejércitos de Isabel de Castilla-León y de Fernando de Cataluña-Aragón entraban en Granada, y culminaban la conquista del último dominio musulmán de la península ibérica. Aquel día se cerraba un ciclo histórico de casi 800 años. Entonces, el rey nazarí Muhammad XIII de Granada –que los castellanos llamaban Boabdil– rendía Granada, el último reducto de la resistencia islámica. La guerra de conquista del reino nazarí había durado 10 años. Se había iniciado poco después de la proclamación de Isabel como reina de Castilla (1482). No es demasiado conocido que con los Reyes Católicos los catalanes querían estar lo más unidos posible al resto de España.
De hecho, los catalanes acompañaron al Rey Fernando en la guerra de Granada. En la empresa militar granadina las armas del Católico sumaban más de 2.000, entre caballeros, arqueros y asistentes.
La Guerra de Granada en tiempos de los Reyes Católicos fue sentida en toda España como una auténtica cruzada nacional de reconquista. En esta guerra hubo algunas batallas en campo abierto, pero sobre todo fue una guerra de asedios contra ciudades fortificadas. El más importante, que en realidad fue la batalla más decisiva de la guerra, fue el asedio de Málaga entre mayo y agosto de 1487. En este durísimo asedio que dio lugar a numerosos y sangrientos combates parciales participaron tropas procedentes de toda España y ya no sólo del Reino de Castilla.
Los cronistas detallan la participación en él de numerosos caballeros nobles de Aragón, Cataluña y Valencia con sus respectivas mesnadas o tropas. Destacaron entre los valencianos el Conde de Cocentaina y el marqués de Denia, junto con el Duque de Gandía.
Aquí, la participación catalana fue importante, sobre todo en el ámbito naval. Málaga era el principal puerto del Reino musulmán de Granada, a través de él recibía todo tipo de abastecimientos desde el norte de África. Era vital pues establecer un bloqueo naval cristiano, para evitar que llegara ninguna ayuda a los moros de Granada. Así pues, una flota cristiana formada por galeras, y carabelas armadas, procedente de Cataluña y de Vizcaya se encargó de asegurar el cierre de todo tráfico naval musulmán en la zona.
El almirante que mandaba la flota cristiana de asedio era el noble catalán Galcerán de Requesens, conde de Palamós y de Trivento. Era el almirante más importante de la Corona de Aragón en aquel momento. Entre la escuadra cristiana había 6 galeras de su propiedad personal. El cronista contemporáneo Alonso de Palencia, que escribió la excelente obra Anales de la guerra de Granada, dice literalmente “en cuanto a pericia marítima era reconocida la superioridad del Conde catalán”.
España entera se alborozó tras la Toma. En Barcelona hubo fiestas de noche y día durante ¡10 jornadas!, las mayores que se habían hecho nunca en la ciudad.
Los lazos entre Granada y Cataluña son imborrables. Otro de ellos es cuando Carlos IV pide a los catalano-granadinos ayuda para luchar en la batalla de Montjuic contra los franceses. El 26 de enero de 1641, en el intento de asalto del castillo de Montjuic, los soldados granadinos-catalanes sufrieron grandes pérdidas y tuvieron que retroceder hasta Tarragona. Permanecieron cercados por los ejércitos franceses de La Mothe en la antigua ciudadela romana hasta el 26 de agosto de 1641, en que la flota castellana rompió el bloqueo. En Tarragona se dejaron las vidas otro puñado de granadinos, entre los que se encontraba Bernabé Hurtado de Velasco, de la nobleza local y capitán de caballería.
Son muchos los catalanes que piden que se respete la historia de Cataluña y que no se falsee. Éste es un buen ejemplo de un capítulo que se pretende silenciar, hasta el punto de asegurar que el nacionalismo catalán es anterior.
Realmente, surge como corriente política en la primera década del siglo XX, como una variante del catalanismo. Sin embargo, tras la muerte de Franco, encontró una prolongada vehiculización hegemónica en el pujolismo, movimiento político en torno a la ideología nacionalista de Jordi Pujol, presidente de la Generalidad de Cataluña entre 1980 y 2003 e imputado en un sonado caso de corrupción. El pujolismo ha sido descrito como un movimiento de corte nacionalista, identitario, populista, pragmático, marcadamente personalista y de retórica victimista. Diversos autores han atribuido al pujolismo el origen de la dicotomía entre los ‘buenos catalanes’ (los catalanistas) y ‘malos catalanes’ (los españolistas).
Hoy es un día para recordar a aquellos catalanes que sintieron la Toma de Granada como un logro colectivo compartido.
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